lunes, 3 de noviembre de 2008

El bibliotecario y las TICs

Un poco de historia

La profesión del bibliotecario

Desde el comienzo de nuestra historia, la profesión del bibliotecario se ha ido modificando a través de los años. Desde que aparecieron las primeras bibliotecas en Sumer, cuna de la escritura cuneiforme, sobre tablillas de arcilla, allí donde comenzó a escribirse la historia de la humanidad, como también en Egipto, los escribas dejaron sus testimonios en los papiros, tarea similar a la de los modernos notarios públicos y los médicos. En Grecia Antigua las bibliotecas eran accesibles sólo a un grupo selecto de la sociedad (filósofos, estudiosos, etc.). Por aquella época los bibliotecarios éramos sólo custodios y archivistas de los documentos, que no los difusores. Así el tiempo transcurrió hasta que llegamos a la Edad Media en donde la cultura y el conocimiento estaban bajo el orden eclesiástico, sólo los monasterios tenían acceso a los libros. Sin embargo llegó la Revolución Francesa, para nuestra suerte, en donde la profesión del bibliotecario comenzó a cambiar, y así también el perfil de la biblioteca, ya que se vislumbraba un cambio socio-político, que traía consigo nuevas ideas de igualdad, solidaridad y libertad. El conocimiento fue visto como un bien comunitario que debía ser transmitido y estar al alcance de todos. De todas maneras el cambio fue gradual. A pesar de que la biblioteca debía estar abierta, el sistema no cambió mucho, el bibliotecario, o sea nosotros, seguíamos trabajando aislados, esperando que el usuario solicitara el servicio, seguíamos atesorando y custodiando el conocimiento de manera estática, y no reconocíamos el papel de difusores y formadores, sólo concentrábamos la atención en el proceso. Pero llegaría el siglo XX, con un nuevo paradigma que resolver, el avance tecnológico se fue acrecentando, el valor del conocimiento dió un cambio. Además de ser visto con prestigio, empezó a ser visto como una herramienta que permite ostentar poder. Entonces aparece el nuevo profesional bibliotecario, nos convertimos en un agente constructor de información y no un mero facilitador de libros, somos el mediador entre las fuentes documentales y los usuarios que necesitan acceder a la información. Nos encargamos de recopilar , administrar, procesar, difundir y diseminar la información necesaria para el progreso científico y técnico de la sociedad, en distintos soportes ya sean impresos, electrónicos, audiovisuales, etc. Ahora cumplimos el rol de comunicadores sociales, utilizando la tecnología del mundo globalizado, queriendo acortar la brecha entre los informados pobres y ricos. Sin embargo la información es poder, y no todos acceden y saben manejar las nuevas tecnologías impuestas por el consumismo. Es decir que debimos integrar el uso intensivo de las TICs, integrarnos a la alfabetización informacional, compartir y construir el conocimiento colectivo, nos convertimos en líderes, centramos nuestra atención en los servicios, y reconocemos el papel de docentes, debemos ser formadores de lectores, promotores de la cultura, debemos estar actualizados en comprender los problemas y cuestiones culturales, económicas y legales de la comunidad real y virtual, ser un profesional de la información implica saber acceder a ella, utilizalibro digital sobre libros de papelrla de forma respetuosa, ética y moral. Difícil esto último para nuestra profesión, donde la información vale oro y está a la merced de los que la manipulan para sostener el poder. Por otro lado están aquellos que acceden a la información y no saben administrarla, ni procesarla; ya que todos no están capacitados para manejar las nuevas TICs y para reconocer cual es una fuente fidedigna.

La otra cara de la tecnología

Habitualmente se suele percibir únicamente la cara más favorable de la tecnología. Si bien es indudable que las TICs han generado cambios trascendentales en la sociedad actual no está claramente definido si significan una mejora, un progreso en el camino evolutivo de la humanidad. Lo que se suele oír sobre este tema, es que el poder que ofrecen las tecnologías no es en sí mismo ni bueno ni malo, lo que determina su categoría moral, positiva o negativa, es el uso que a ese poder se le dé. Pero esto no significa que la tecnología no deba pensarse a sí misma, reflexionar acerca de sus funciones, sus posibilidades, sus usos éticos y sus consecuencias. El discurso tradicional nos dice que la tecnología es éticamente neutral. Sin embargo esta visión no es completa, sino parcial y asimétrica: pues reclama para la tecnología el crédito de los avances que le ofrece a la humanidad y omite las consecuencias más perjudiciales y peligrosas que su desarrollo supone. Según esta mirada los desastres que la tecnología ha hecho posibles no son imputables a la tecnología sino a su mal uso. La balanza se inclina al lado de los beneficios, por la sencilla razón de que las consecuencias indeseadas no se contabilizan. Por tanto la tecnología quedaría exenta de toda crítica, ya que ella misma excluye la reflexión ética. De esta manera surge la noción de tecnología ciega. Esta tecnología está definida por su carácter meramente instrumental, inmediatista, sin consideración alguna por el mundo natural y social en el que tiene lugar. La tecnología comienza a ser un fin en sí misma y a perder de vista su razón de ser: la utilidad y el bien del hombre y la sociedad. Toma mayor trascendencia el negocio, la demanda, el consumo que los propios beneficios reales que se puedan lograr (Armengol, Guillermo 2007). La Agresión a la naturaleza es una de las consecuencias más evidentes y peligrosas del avance ciego de las tecnologías. La contaminación del medioambiente, el cambio climático, la escasez de los recursos naturales, son sólo algunos de los flagelos provocados por el accionar acrítico de la tecnología. A su vez, el desarrollo de la ciencia en su dimensión puramente teórica se ve desplazado por la preferencia de la investigación en ciencia aplicada. Es decir la ciencia pura va perdiendo lugar frente a la tecnociencia y con ello el conocimiento se ve poco favorecido. La especialización extrema dificulta una visión global, el profesional científico se preocupa sólo de una parcela muy limitada del conocimiento y desconoce los fundamentos epistemológicos y éticos de la propia tecnociencia y sus potencialidades. La tecnociencia ha servido también de forma muy eficaz a las empresas bélicas de las grandes naciones, ha sido un aliado fundamental en encontrar nuevas y más efectivas formas de matar al hombre. Sí, lo sabemos, no es la tecnociencia la que se encarga de instaurar la violencia entre los hombres, es el propio hombre el responsable, pero de todas maneras buena mano le ha echado. (Id.) Hasta aquí una digresión sobre los efectos indeseados de la tecnología en general. Veamos ahora cuáles son las características de las TICs específicamente.

Las Tmundo conectadoICs y la sociedad

Las nuevas tecnologías, que conocemos están en una constante evolución y desarrollo (hasta el momento de escribir este informe, es decir creemos que algunas ya evolucionaron) inmersas en un mundo, tecnológicamente hablando, totalmente alienado en la búsqueda de la información y la adquisición de la nueva tecnología. (Progreso le llaman algunos). Condicionan el rol de cualquier persona en cualquier lugar y de cualquier profesión (no hacemos juicio de valor alguno, hasta ahora) Escribe Carlos Gómez: “Las maquinas y los aparatos no pueden producir por sí mismos un cambio en la sociedad. Es la conjunción de factores económicos, sociales y políticos que desencadenan transformaciones”. (Gómez, Carlos. 2008) Factores que también menciona Castells: “En efecto, la capacidad o falta de capacidad de las sociedades para dominar la tecnología, y en particular las que son estratégicamente decisivas en cada periodo histórico, define en buena medida su destino, hasta el punto de que podemos decir que aunque por sí misma no determina la evolución histórica y el cambio social, la tecnología (o su carencia) plasma la capacidad de las sociedades para transformarse, así como los usos a los que esas sociedades, siempre en un proceso conflictivo, deciden dedicar su potencial tecnológico" (Castells, Manuel. ) Para dominar la tecnología, dice este último autor. Inferimos entonces que las tecnologías se gestan bajo una creencia un tanto salvaje, a la cual hay que “dominar”. Es de esperar que la tendencia sea el dominio y control de las TICs, cueste lo que cueste. Ahí el punto oscuro de éste constante cambio estructural por llegar a dominar y controlar las nuevas tecnologías, y por medio de estas, adquirir el boleto del viaje con retorno hacia el primer mundo (es que, no creemos salir airosos de semejante acontecimiento) Ahora bien, dicho lo anterior y ubicándonos en la cornisa de las bibliotecas informatizadas, vemos desde aquí arriba a un bibliotecario con cara de ver una avalancha venir hacia él, y que para esquivarla llama al “informático de turno” En el texto de Negroponte, N. se lee: “Una forma de ver el futuro digitalizado es preguntar si la calidad de un medio puede ser trasladada a otro.” “La respuesta está en crear computadoras que filtren, clasifiquen, prioricen y manejen la multimedia por nosotros: computadoras que lean los diarios y miren televisión por nosotros, actuando como editores cuando se lo pedimos”. (Negroponte, N. 1998) Nuevamente mencionamos a Carlos Gómez quien dice: “Actualmente, el acceso a las tecnologías no es igualitario, aunque todos tengamos celulares y hay gente que sostiene que sin teléfono “moriría”. Más de la mitad de la población mundial no tiene ningún tipo de teléfono o servicios mínimos como el agua o cloacas.” (Gómez, Carlos. 2008) Las dependencias, las nubes de incertidumbre constantes, los productos monopolizados y la falta de dominio sobre los constantes cambios tecnológicos, ofrecen al contexto de las bibliotecas un llamado de atención casi atrasado (volviendo a la idea de cambios inmediatos), es que ni siquiera se observó la evolución cuando ya sobrevino otra. Con el desarrollo de las TICs y su aplicación en las bibliotecas se está produciendo un fenómeno de traslación del conocimiento de las tecnologías bibliotecarias, de las propias bibliotecas a las empresas proveedoras de software bibliotecario. Cada persona, tanto bibliotecarios, como usuarios se posicionan, lo quieran o no, frente a las tecnologías de información y comunicación. Entonces vemos que las TICs afectan transversalmente a las distintas profesiones. Por otro lado los cambios rápidos impiden identificar la forma en que se ve afectada una actividad.

Las TICs y el sujeto

Hay quienes afirman que las TICs -sobre todo Internet- reconfiguran la estructura mental del sujeto, le resta pocomputadora carnívorader de concentración, atención sostenida, al tiempo que hace de la lectura un proceso superficial, dificultando o imposibilitando la lectura en profundidad. Como consecuencia se prefieren los textos cortos y se pasa de uno a otro sin pausa (Nicholas Carr). Nosotros no seremos tan apocalípticos como para sostener que google nos está volviendo estúpidos, pero como bibliotecarios debemos tener muy en cuenta algunas observaciones que resultan muy justas respecto de los hábitos que la Web instaura en los sujetos. Esta circunstancia debe despertar en el bibliotecario una consciencia de que una de sus funciones es contribuir a que las TICs no se transformen en una única herramienta de búsqueda y estudio, como tampoco debería utilizarse solo para esparcimiento recreativo del usuario; para evitar consecuencias poco provechosas como las consabidas dificultades de atención y concentración. Cabe aplicar a las TICs lo que Edgar Morin sostiene sobre los medios (especialmente la televisión): “(…) el hombre televisionario será un ser abstracto en un universo: por un lado la sustancia activa del mundo se evapora parcialmente, por que su materialidad se ha evaporado. Por otro lado, y simultáneamente, el espíritu del espectador se evade, y erra, fantasma invisible, entre las imágenes. En este sentido, podríamos avanzar que las telecomunicaciones (tanto si conciernen a lo real como a lo imaginario) empobrecen las comunicaciones concretas del hombre con su medio (…) Y finalmente, no es solo la comunicación con el otro, es nuestra propia presencia en nosotros mismos la que se diluirá, a fuerza de estar siempre movilizada hacia fuera” (Morin 1991:80)

A modo de conclusión

De todo lo expuesto no se debe interpretar que nuestra postura se decanta por la abolición de las TICs, ni mucho menos. Nada más lejos de nuestra intensión. Somos conscientes de que los cambios y avances tecnológicos son necesarios e inevitables y gran parte de ellos nos reportan una utilidad social inobjetable en todos los niveles de la sociedad. Sin embargo nuestro propósito es el de despertar la reflexión crítica, sobre todo acerca del papel de la ética en el desarrollo de las nuevas tecnologías. Nuestro objetivo principal no fue otro que el de desmitificar la concepción establecida de que la tecnología es inocente y neutral. Por el contrario, es necesario que se haga cargo de las consecuencias que acarrea, y que funde un pensamiento metatecnológico que aborde los problemas sociales de los cuales no debe permanecer ajena.

Bibliografía

Allende Sullivan, Patricia Mónica. El impacto de las nuevas tecnologías en la competencia laboral del bibliotecario del siglo XX. [en línea] Buenos Aires, 2004. [fecha de acceso: 30/10/08] Disponible en: http://eprints.rclis.org/archive/00002242/01/2004_005.pdf

Armengol, Guillermo. La tecnología necesita una reflexión metatecnológica [en línea] Madrid : Universidad Comillas, 2007. [fecha de acceso: 28/10/ 08] Disponibe en: http://www.tendencias21.net/La-tecnologia-necesita-una-reflexion-metatecnologica_a1965.html

Carr, Nicholas. ¿Google está volviéndonos estúpidos?: Lo que Internet le está haciendo a nuestros cerebros. [en línea] En: Axxón line¡ [fecha de acceso: 28/10/08] Disponible en: http://axxon.com.ar/not/187/c-1871042.htm

Castells, Manuel. La era de la información. En: Tomo I, Economía, Sociedad y Cultura.

Gómez, Carlos. Apuntes de cátedra. Trelew: I.S.F.D Nº 801, 2008.

Heler, Mario. Ciencia incierta: la producción social del conocimiento. 2a ed. Buenos Aires: Biblos, 2005.

Levis, Diego. La pantalla ubicua: comunicación en la sociedad digital. Buenos Aires: Ciccus, 1999.

Negroponte, N. Ser digital. 9ª ed. [s.l.]: Atlántida, 1998

Prado, Javier. El desarrollo de las bibliotecas y el rol del bibliotecario. Trelew: I.S.F.D Nº 801, 2007.


1 comentario:

  1. Hola chicos!!!!!!!!!

    Ustedes dicen: “…sin embargo nuestro propósito es el de despertar la reflexión crítica…”, y después que terminamos de leer creemos que el objetivo está cumplido. La información está muy bien organizada y esto permite entender con absoluta claridad lo manifestado. Compartimos el punto de vista acerca de la tecnología como ni buena ni mala, sino que su utilización puede serlo. Creemos que deberían crear un link con TICs porque lo dan por sabido.
    El blog está muy lindo!!!!!!!!!!, cariños de las optimistas, además que sería de este mundo sin nosotras (los optimistas)!!!!!!!!!!!!

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