viernes, 24 de octubre de 2008

Bibliotecas y Pueblos Originarios

Este fragmento pertenece a Edgardo Civarello quien dedica un blog a un espacio de servicios bibliotecarios a las Comunidades Indigenas.

"...En la actualidad, en el contexto de una “Sociedad de la Información” poblada de brechas cada vez más profundas, la biblioteca y el conocimiento adquieren un valor especial: el del poder que contiene toda información estratégica. El poder de cambiar, de solucionar, de desarrollar, y también de impedir nuevas caídas. El valor de estas herramientas para las sociedades indígenas es altísimo: significa no sólo recuperar, conservar y revitalizar su acervo cultural propio, sino también enseñarlo al resto de la sociedad, y aprender de ella. Significa la posibilidad de un diálogo entre iguales.Lamentablemente, un alto porcentaje de la población indígena de nuestro continente continúa “del otro lado” de la barrera informativa y educativa. No son los únicos: muchos otros sectores se ven en desventaja en este sentido. Pero en el caso de los pueblos originarios, la barrera es doble: por un lado, la discriminación, la exclusión y el olvido no les permite acceder equitativamente a los bienes (in)formativos disponibles en la actualidad; por el otro, y por las mismas razones, su cultura continúa siendo relegada, y su identidad, negada.La bibliotecología ha reconocido poco a poco este problema y ha comenzado a implementar, desde hace más de una década, propuestas concretas encaminadas a subsanar esta situación. No todos los proyectos han sido exitosos o correctamente planteados. Sin embargo, han señalado una necesidad imperiosa, y marcado un camino de trabajo..."

domingo, 19 de octubre de 2008

Guaicaipuro cobra la deuda

nuestra imagen actual de David Alfaro Siqueiros
El que sigue es un excelente relato del escritor venezolano Luis Brito García (a cuyo blog pueden acceder a través del link que figura en blogs recomendados). El autor lo publicó en un principio con su firma, pero luego, en la red, ésta se fue perdiendo, de modo que hay muchos lectores que piensan que se trata de una historia real. Bueno, en verdad la que refiere el cacique es la más real de las historias que se hayan contado sobre el tema, lo único ficticio es el hecho de que el cacique Guaicaipuro pronunciara su discurso ante los jefes de Estado europeos, pues él vivió en el siglo XVI.

La verdadera deuda

Con lenguaje simple, que era trasmitido en traducción simultánea a más de un centenar de Jefes de Estado y dignatarios de la Comunidad Europea, el Cacique Guaicaípuro Cuatemoc logró inquietar a su audiencia cuando dijo:

Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuatemoc, he venido a encontrar a los que celebran el encuentro.Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace sólo quinientos años.Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante. Nunca tendremos otra cosa. El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron.El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme. El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento.Yo los voy descubriendo. También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América ¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento.¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos! ¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios. Yo, Guaicaiputo Cuatemoc, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis. Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan "MarshallTesuma" para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización. Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos:¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional? Deploramos decir que no.En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal. En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee todo el Tercer Mundo.Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente, hemos demorado todos estos siglos en cobrar. Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarle a nuestro hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de interés, que los hermanos europeos le cobran a los pueblos del Tercer Mundo. Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado sólo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia. Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de 300.Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra. Muy pesadas son esas moles de oro y plata.¿Cuánto pesarían, calculadas en sangre? Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo. Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos.Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente, y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica...

Luis Brito García

lunes, 6 de octubre de 2008

Desventuras de un bibliotecario

hombre de libros
No tengo nada interesante que decir sobre mí mismo, pero puedo aprovechar este espacio para comentarles algo. Conozco un modesto bibliotecario. Sus intereses intelectuales, como corresponde a todo bibliotecario, son siempre diversos y abundantes. Pero como, naturalmente, no tiene tiempo para leer todas las obras de que dispone, se contenta con el magro consuelo de leer un poquito de cada cosa. Es un ser fragmentario al que se lo puede consultar sobre variados temas pero sólo de manera elemental, no muy profunda ni detallada. No obstante este pobre Fausto no se resigna a su fortuna e intenta permanentemente robarse un tiempito para cultivarse en aquello que menos maneja, o lo que más lo atrae, o simplemente lo que más le interesa. Pero hete aquí que este algo que más le interesa es variable, se modifica como la sombra del árbol con el decurso del día, con lo cual termina siempre tan pobremente rico, tan caudaloso en menudencias. No quiere ser ésta una difamación contra mi amigo el bibliotecario. Era sólo una forma de pedirles a ustedes que si lo encuentran por estos lares (probablemente más seguido de lo que quisiéramos) sepan tratarlo con la indulgencia que se merece, pues a los ojos de quien no lo conoce puede parecer un pobre pedante que no sabe lo que dice. Pero justamente, quizá porque no sabe lo que dice hay que escucharlo (o en este caso leerlo), no sea cosa que por azar, y sin comprenderlo él, esté diciendo alguna verdad profunda, sólo nacida de la combinatoria de palabras, ya que no de su marchita mollera.